martes, 15 de septiembre de 2009

Castro de Lumiares

En lo alto de la fraga (Vilar, Entrimo), hay una ladera que mira hacia la puesta del sol. Como todo el monte está salpicada de grandes rocas aquí y allí, algunas agrupadas que semejan masivos poliedros graníticos hendidos y rotos, como muestra de su bruta apariencia y sin embargo evidente fragilidad. Por la noche desfilan ante ella, en el lejano cielo todos los planetas que de este a oeste trazan una línea que dejan una estría curva como una sonrisa sobre la rugosa superficie de aquella ladera siempre receptiva a la luz, que ella misma agradecida devuelve a los que allí se atreven a subir por la noche. Es la ladera de Lumiares donde reposan los primeros entrimeños en extrañas celdas medio enterradas, ahora abiertas a la luz que por fin han encontrado.


Han pasado miles de años para que esto ocurriera, tanto tiempo que sus cuerpos volatilizados han desaparecido.


Nadie va allí, ni siquiera saben donde están, algunos han oído hablar de ella


Solo el cabrero la conoce.


Escondidas entre la maleza apenas se pueden ver algunas urnas de piedra.


No parece un lugar adecuado para acercarse a visitar, solo en su presencia, la introspección puede darle la importancia que merecen.


Quizás es mejor que permanezcan así, lejos de los que les sucedieron.


Son un punto de partida que sirven para tener una perspectiva de lo que ha ocurrido en los últimos miles de años.

Un hombre fue por allí, iba con la curiosidad de alguien que observa. Tardó en encontrar algo que no fuesen simples grupos de rocas aparentemente amorfas. Llegó al lugar y se descubrió ante una peña hueca, podía haber sido un sarcófago, estuvo largo rato observándola, no le decía nada. Decidió hacer una marca y volver por la noche.


Espero a una noche oscura, solitaria sin miradas indiscretas que lo observasen ni siquiera la imprudente luna que celosa llenase el firmamento de luminosidad.


A pesar de las marcas que dejara le costó encontrar aquella roca que había atraído su atención. Entonces se tendió dentro, desde allí vio las estrellas mucho más cercanas, se encontró proyectado al cielo como si estuviese navegando entre los astros. (F D-L)

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